Lejos de Casa

Pluma


El extranjero es una selva y nosotros los que nos aventuramos a vivir allí nos vemos abocados a buscar herramientas para sobrevivir en ella, evitando que nos consuma la mente, el alma, la salud y las emociones.

Cuando vivía en Colombia pensaba que era el mejor vividero del mundo y que allí lograría desarrollarme plenamente en todos los sentidos: el personal, el social y el profesional. No lograba comprender, e incluso criticaba fuertemente, a las personas que soñaban con salir del país para estudiar o trabajar en el extranjero. Estudié psicología e inicié una carrera en ascenso, trabajando con diferentes comunidades muy relacionadas con la psicología social y el comportamiento de las
masas. Pero la vida me tomó de la mano y me trajo por caminos que jamás creí que podría recorrer.

En mi afán de desarrollarme como persona y como mujer un día me vi obligada a tomar una decisión trascendental: o me quedaba en mi país, donde contaba con un trabajo exitoso y reconocimiento social, pero con una vida personal completamente frustrante; o me venía al extranjero e iniciaba una vida familiar con el hombre que amaba dejando atrás mi trabajo, mi carrera y mi círculo social.

Como le sucede a la gran mayoría de los migrantes, soñé con que la vida en el extranjero era maravillosa, y que, así como había conseguido salir adelante en mi país, lograría hacer lo mismo en cualquier lugar del mundo, consiguiendo de esa forma unir los tres pilares fundamentales que toda persona persigue para ser feliz: una vida familiar reconfortante, un círculo social motivador y un trabajo exitoso. No tenía ni idea de a qué me iba a enfrentar.

El extranjero me engulló como una selva y tuve que defenderme con lo que pude encontrar a la mano para poder sobrevivir. Primero atacó mis emociones y en muchas ocasiones sucumbí al dolor y la desesperanza de pensar que había tomado el camino equivocado. Pero luché contra la nostalgia, investigué sobre el tema y creé mis propias estrategias, hasta que recuperé la confianza en mi misma y decidí adaptarme lo mejor posible a mi nuevo país. Pero por cuestiones laborales de mi esposo, nos tuvimos que mudar a otro país y allí el proceso empezó de nuevo, sin embargo, ya contaba con una primera experiencia y eso me facilitó el proceso.

Cuando logré estabilizar mis emociones y ser consciente de que la nostalgia era normal y que yo podía manejarla y no ella a mí, el extranjero atacó de nuevo, y la frustración de no conseguir trabajo en lo que me había costado tantos años de esfuerzo y estudio empezó a derrumbar mis esperanzas de progresar profesionalmente. Me tomó algún tiempo comprender que no lograría encontrar mi lugar en esa nueva sociedad si yo no cambiaba y me adaptaba.

Pero la vida a veces nos enfrenta con realidades una y otra vez, hasta que consigamos comprenderlas e interiorizarlas. Es así como nuevamente tuvimos que mudarnos, y en esta ocasión contaba con mejores herramientas para enfrentarme al proceso migratorio, pero ya no estaba sola: ahora era parte de una familia de cuatro.

En esa tercera ocasión, en lugar de luchar contra la selva, me convertí en parte de ella, y aunque al comienzo no empecé a trabajar como psicóloga, sí conseguí trabajo como profesora de español, una experiencia que me ayudó a madurar intelectual y personalmente. Aprendí a combinar mi tiempo entre mi labor de madre y mi labor educativa. Fue allí donde empecé a tener contacto con otros migrantes y empecé a escribir sobre el tema de la migración.

Con los años me hice un lugar como psicóloga de migrantes latinos en el mismo lugar donde trabajaba como profesora, y empecé a centrar mis terapias en ayudarlos a asumir positivamente su proceso migratorio. Paralelamente comencé a tomar nota de las coincidencias que observaba en cada caso y luego, investigando y leyendo a expertos en el tema, empecé a escribir una teoría que explicara lo que denominé “las etapas del duelo del migrante”, y que en resumen es el proceso interior, no solo psicológico, sino también emocional y social, por el que todo migrante atraviesa en su adaptación al extranjero.

A medida que trabajaba con migrantes comprendí que ciertas actividades específicas e individuales producían efectos muy positivos y que aceleraban la adaptación al extranjero. Aplicando estos métodos mis pacientes, e incluso yo misma, me sentía cada vez más a gusto siendo migrante y mi entorno era cada vez más pleno y feliz.

Entonces me mudé de país por cuarta vez, pues mi esposo tiene un trabajo en que debemos cambiar de lugar de residencia cada cuatro años. Luego de todos mis logros y progresos como migrante creí que el proceso migratorio estaba superado, pero al llegar al nuevo país, todo comenzó de nuevo. Sin embargo, esta vez fue muy diferente. Aplicando las técnicas que había desarrollado con mis pacientes todo fue mucho más fácil y rápido. El extranjero se había metido en mis entrañas y había dejado de ser una selva para convertirse en un paraíso tropical.

Este año, siguiendo el impulso de compartir mis experiencias como migrante y como psicóloga, decidí subir al siguiente escalón mi desarrollo profesional, y escribí toda esa experiencia acumulada durante quince años. Fue así como nació mi libro Lejos de casa que es mi aporte a las personas que deciden migran o que ya lo hicieron para que puedan asumir ese proceso de una forma positiva.

El libro trata del curso que seguimos para conseguir la felicidad cuando estamos lejos de casa, de nuestra familia, de nuestros amigos, de nuestra cultura. Trata del proceso de duelo por el que suele atravesar un mirante y de tomar conciencia de que esos sentimientos están unidos a un proceso colectivo, es decir, aunque la experiencia sea personal, es un proceso por el que todo migrante debe atravesar no importa su nacionalidad, religión o idioma.

En Lejos de casa explico cada una de las estrategias que he construido y perfeccionado para asumir la migración de forma positiva. Es un libro de autoayuda que nos enseña las etapas del migrante en cada una de sus facetas y la manera de adaptarnos al extranjero mediante la utilización de nuestras herramientas internas.

El libro está dividido en cuatro partes. La primera muestra los antecedentes que rodean el fenómeno migratorio: las clases de migrantes, los duelos a los que se verán enfrentados y las posibles motivaciones que presentan. La segunda parte explica cada una de las etapas del duelo del migrante, con sus fases positivas y negativas. La tercera parte es una guía, una auto terapia que ayuda a combatir la nostalgia y los efectos negativos del duelo del migrante en la que describo
estrategias a seguir para facilitar una adaptación positiva al extranjero. La cuarta y última parte es un compendio de las diez mejores historias de mi blog y que ilustran muy bien toda la teoría expuesta en el libro.

Fue un proceso de maduración personal y profesional que espero les sea de gran ayuda y que cada uno de ustedes disfruten tanto leerlo como yo lo hice escribiéndolo.

¡GRACIAS!

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