Las vacaciones y el choque cultural inverso

Pluma


Ahora todo el mundo está hablando de las vacaciones, de viajar, de pasar las temporadas navideñas en familia y de olvidase de los problemas, de las preocupaciones y del estrés cotidiano. Al fin y al cabo, las vacaciones de diciembre, a diferencia de las del verano, tienen un toque simbólico que invitan a la paz, la unión familiar y compartir con generosidad.

Hace poco estaba leyendo una teoría sobre el síndrome del retorno y su repercusión en los migrantes no preparados para el choque cultural inverso que ello conlleva, y entonces caí en la cuenta de que ese fenómeno no solo se presenta en los momentos en que el migrante regresa del exilio para vivir de nuevo en su país de origen, sino que es común que algunas de sus fases (en especial las tres primeras) tengan lugar durante un regreso corto, es decir cuando los migrantes
pasamos una temporada de vacaciones en nuestros hogares de origen. A mí me ha pasado y es muy posible que a otros migrantes también.

Para comprender de qué estoy hablando, me parece conveniente primero explicar en qué consiste y cuáles son las etapas del síndrome del retorno. Pero para que esta explicación no se convierta en una lectura tediosa de psicología lo voy a explicar de forma sencilla: el choque cultural inverso es el nombre que se le da a esa sensación de extrañeza que suelen experimentar los migrantes cuando regresan a su lugar de origen y se dan cuenta de que las cosas y las personas han
cambiado, que nada es como solía ser, que los recuerdos son solo eso y la realidad es muy distinta a lo que se guardaba en la memoria. En su fase general, es decir cuando el migrante regresa a vivir definitivamente a su país de origen, presenta cuatro etapas:

  1. Idealización: Antes de regresar a casa, todos tenemos muy presente en nuestra memoria los hermosos recuerdos de nuestro pasado y deseamos recrear esas vivencias tal cual a como las vivimos, así que antes del viaje de retorno, involuntariamente soñamos despiertos e idealizamos a las personas y los lugares de nuestro lugar de origen.
  2. Etapa de luna de miel: cuando el migrante regresa a casa, se convierte en el centro de atracción de familiares y amigos. En esos primeros días las conversaciones son interminables e inicia la degustación de los platos típicos. La vida se percibe como plena y satisfactoria.
  3. Choque de culturas: Cuando el migrante ya no es motivo de atracción y todos los familiares y amigos regresan a su vida cotidiana, el migrante se da cuenta de que su manera de pensar y actuar ha cambiado y que palabras, actitudes o acciones que antes le eran completamente naturales ahora le causan cierta inquietud al percibir que existen formas diferentes de hacer las cosas. Es aquí cuando empieza a añorarse la vida que se tenía en el país de acogida, y esto lo lleva a tratar de cambiar algunas costumbres locales por costumbres adquiridas que generan cierta resistencia e incluso conflictos con sus familiares y amigos.
  4. Ajuste e integración: Al igual que cuando se realizó el proceso de integración en el país de acogida, el migrante empieza poco a poco a formarse de nuevo un lugar en la sociedad, con la diferencia de que en esta ocasión no aprende costumbres nuevas, sino que las reacomoda mezclando las nuevas con las antiguas.

Bueno, pero ¿qué tienen que ver todos estos conceptos con las vacaciones? La respuesta es muy sencilla: esa sensación de extrañeza y de estar en el lugar equivocado es completamente normal, incluso cuando se regresa a casa a pasar unas vacaciones. Esa hipersensibilidad cultural que los migrantes desarrollamos en nuestro proceso migratorio nos hace percibir las cosas de forma distinta, ya que no solo poseemos el referente local para juzgar los hechos sino que tenemos una visión más amplia de acuerdo a las costumbres vistas y aprendidas en el lugar del extranjero donde residimos.

Si se toma esta situación como un fenómeno normal que se irá desvaneciendo con la convivencia no generará ningún conflicto durante las vacaciones. Sin embargo, es común que el migrante tienda a tratar de mostrar a sus familiares y amigos su nueva perspectiva de vida y visión sobre las cosas, y es allí cuando se puede presentar un choque cultural que genere inconvenientes y malentendidos que pueden cambiar el toque positivos de las vacaciones.

Es importante tener en cuenta que cuando estamos de vacaciones solo somos unos invitados y que el respeto es nuestra mejor herramienta para evitar herir susceptibilidades. Es mejor dedicarnos a gozar y disfrutar de las vacaciones, y evitar realizar comparaciones, ya que éstas solo producen desasosiego y malestar. Así alargaremos la fase de la luna de miel hasta nuestro regreso.

LES DESEO UNA MUY FELIZ NAVIDAD A TODOS bells-01

Firma

Si te gustan mis escritos y deseas conocer mis últimas publicaciones, clic aquí

y nos vemos en Facebook.