La resiliencia y el migrante
¿Por qué algunas personas asumen mejor el proceso migratorio que otras? Durante la migración afloran factores externos e internos que pueden generar barreras a la hora de asumir los cambios que implica el migrar.
Un migrante es como un náufrago que lo ha perdido todo y debe empezar de nuevo en una isla desconocida a sus apegos. Pero existen dos clases de náufragos: los que se dejan arrastran por las olas y al llegar a la isla sobreviven con lo poco que pueden recoger o encontrar aceptando su decadencia con resignación, y los que luchan para sobrevivir conociendo ese nuevo entorno, explorándolo y adaptándose a él lo mejor posible. La diferencia entre estas dos mentalidades la marca la resiliencia.
La resiliencia es la capacidad que tienen las personas de enfrentarse, adaptarse y contraponerse ante situaciones de adversidad. La migración no es en ninguna medida una situación de adversidad, pero si es una situación que lleva a medir nuestros límites en temple, capacidad de cambio y adaptabilidad.
Aquellos que vivimos en una tierra extranjera conocemos muy bien y en carne propia lo que significa “caer y levantarse”. No obstante, en todo ámbito de la vida pueden surgir situaciones que nos llevan a la angustia, la desesperación y probablemente a una sensación de fracaso. Es exactamente en esas circunstancias cuando necesitamos que la resiliencia acuda a nuestro rescate.
Siguiendo con la comparación entre un náufrago y un migrante, la mayoría de las personas, al llegar a un nuevo país, tienen dos posibilidades: refugiarse en el dolor y desconsuelo de lo que han dejado atrás, permitiendo que la tristeza y el desdén llenen sus vidas, o, asumir la migración como una nueva oportunidad para emerger y hacer las cosas mucho mejor a como las venían realizando.
Para que nos convirtamos en uno o en otro migrante solo hace falta un pensamiento, una visión, una manera de observar la realidad que nos rodea, ya que no existen países buenos o malos para migrar, lo que existe son visiones internas sobre la migración.
Dentro de la psicología positiva, que es la que aplico en mi trabajo, y que se centra en las capacidades, valores y atributos de los seres humanos, es posible construir resiliencia, pero para hacerlo debemos tener unas bases que son fundamentales.
En primer lugar, debemos tener nuestras necesidades básicas satisfechas, es decir, salud, alimentación y vivienda. Por eso es muy importante cuando se está planeando el viaje al extranjero, tener un buen colchón económico que nos permita mantenernos durante el tiempo que sea necesario mientras encontramos un trabajo que nos brinde la seguridad de que esas necesidades básicas se mantendrán satisfechas.
En segundo lugar, debemos contar con una red social de apoyo. Nunca dejes de relacionarte con tu familia y amigos en tu país de origen, mantén esos lazos como apoyo moral para la nueva tarea que estás emprendiendo y a su vez construye una red social sólida en tu país de acogida, no tengas miedo de relacionarte. Un buen apoyo afectivo es igual de importante que un lugar para dormir y un buen alimento cada día.
Y, en tercer lugar, debemos construir un sentido de vida. A veces es necesario retroceder para poder avanzar, en especial cuando se empieza una nueva vida, pero, para que ese pequeño retroceso solo se convierta en el impulso para un salto hacia un mejor futuro, es necesario mantener activa la capacidad de soñar. En el extranjero los sueños originarios y que motivaron la mudanza, por lo general cambian, y eso es normal. Lo importante es nunca perder esa capacidad de soñar despierto y de planear un futuro mejor.
Partiendo de estas cuatro bases, y si aplicamos las siguientes pautas, es muy posible que nuestra adaptación al extranjero, con la ayuda de tu resiliencia, se convierta en una experiencia positiva.
No consideres que la migración es un problema
No puedes cambiar el hecho de que ocurran situaciones altamente estresantes. pero sí puedes cambiar la forma en que interpretas estas situaciones y cómo respondes ante ellas. Trata de ver más allá del presente cómo las circunstancias pueden ser un poco mejor en el futuro. Observa las formas, aunque sean leves, con las que ya te sientas un poco mejor a medida en que atraviesas situaciones difíciles.
Aceptar que el cambio forma parte de la vida
Es posible que, por diferentes situaciones, ya no se puedan alcanzar algunas metas. Aceptar las circunstancias que no se pueden cambiar puede ayudar a centrarte en las circunstancias que sí puedes modificar. Traza metas posibles. Haz algo de forma regular, aún si parece un logro pequeño, que te permita avanzar hacia tus metas. En lugar de centrarte en tareas que parecen imposibles de realizar, pregúntate: ¿Qué cosa sé que puedo lograr hoy y que me ayude a avanzar en la dirección en la que quiero ir?
Pon las cosas en perspectiva y mantén una actitud positiva
Migrar duele, eso es algo ineludible, pero si ves más allá del dolor y la soledad encontrarás que la situación es mejor de lo que pensabas. Trata de ver las situaciones en un contexto más amplio y mantén una perspectiva a largo plazo. Evita exagerar la situación. Una actitud positiva te permite esperar que pasen cosas buenas en tu vida. Trata de visualizar lo que quieres, en lugar de preocuparte por lo que temes.
Trabaja en ti mismo
Si trabajas en ti mismo, en subir tu autoestima, evitarás que los demás se aprovechen de ti. Si desarrollas aptitudes mentales para ver más allá de lo obvio destacarás como alguien valioso y especial en tu trabajo, lo que te posibilitará ascender en la escala laboral. Si potencializas tus competencias creativas para solucionar problemas la vida se te hará cada día más sencilla, y si generas estrategias de adaptación, el cambio no te mostrará su cara negativa.
Utiliza tu resiliencia para sacarle el mejor provecho a tu estadía en el extranjero. Recuerda que el hogar está en el lugar donde tú te encuentras y no donde estuviste o podrías estar.