Combatir la soledad
Hace tres semanas recibí un e-mail que me llevó a escribir este artículo. He cambiado el nombre y la información privada de la persona que me escribió, pero mi respuesta es exactamente la misma que le di. No sobra informar que tengo la autorización para publicar esto. Es posible que le pueda ayudar a muchas otras personas que se encuentran en situaciones parecidas a la de ella.
Apreciada Aprendiz de letras:
He leído sus artículos y me han gustado mucho, creo que usted y yo tenemos varias cosas en común y por eso he decidido escribir este e-mail. Hace seis meses que me casé con un extranjero y me vine a vivir con él en su país. Nuestra casa está localizada a las afueras de un pueblo mediano y el vecino más cercano lo tengo a cinco minutos de camino en auto. Antes vivía en Ciudad de Panamá junto con mis padres y mi hermana menor. Era secretaria en una empresa donde trabajaba desde hace doce años y tengo un hijo de seis años de una relación anterior.
Mi actual esposo tiene dos hijas de su primer matrimonio, él trabaja todo el día y yo me siento demasiado sola. Quisiera saber cómo hizo usted para poder superar la tristeza de dejar todo por amor.
Mi respuesta:
Querida María,
Es verdad, nuestras historias tienen ciertas similitudes. Sin embargo, debo aclararte que no soy especialista en escribir consejos. Lo que yo hago es exponer mi experiencia y mi manera de ver la vida, para que cada persona saque sus propias conclusiones y encuentre la solución correcta a sus problemas. Considero que valerse de ejemplos puede servir muchísimo para ver la vida desde otras perspectivas y tomar así decisiones acertadas.
Para mí tampoco fue fácil asumir mi nuevo rol de esposa, y mucho menos el cambio de mudarme de mi tierrita a la tierrita europea. Al comienzo todo era nuevo y motivador, pero a los pocos meses el cuento de hadas se fue acabando y la realidad empezó a azotarme sin contemplaciones.
De repente fui consciente de que mi familia y amigos estaban a miles de kilómetros y que no podía visitarlos cuando yo quisiera. Pero ese problema lo superé con la tecnología y una actitud positiva. Tú y yo tenemos la ventaja de que ahora con oprimir un simple botón podemos hablar y ver a nuestros seres queridos, incluso podemos leer periódicos y revistas, escuchar radio y ver televisión vía internet como si estuviéramos en casa. Eso me ha ayudado muchísimo a superar la soledad, no solo en aquella época, sino también ahora.
No mires tu salida del país como una pérdida, sino como una oportunidad de vivir experiencias únicas y nuevas. Además, tu no has dejado nada por amor, todo lo contrario, has complementado tu vida con el amor de pareja. Tus padres van a seguir siendo tus padres, aunque estén lejos. Tu hermana sigue allí y estoy segura de que seguirá llamándote y consultándote sobre las decisiones que ella deberá tomar en su vida. Tu hijo está a tu lado y ahora tiene muchas más oportunidades de las que tenía antes, con la ventaja de que ahora tiene dos hermanitas que en muy poco tiempo serán sus grandes amigas.
Sí, es verdad, dejaste tu trabajo, pero seguro que ahora podrás encontrar en qué ocupar tu tiempo sin desgastarte tanto como lo hacías en tu anterior trabajo. Y tu tierrita, con sus gentes y sus costumbres, siempre estará allí esperándote con los brazos abiertos, para cuando regreses en tiempo de vacaciones.
Revisa tu amor propio, y se consciente de que estás donde estás porque tú lo atrajiste con tus deseos y tus pensamientos. Has luchado para conseguirlo y has tomado la decisión que considerabas más acertada, así que lucha por tus sueños y por ser feliz en tu matrimonio.
El siguiente problema del que fui consciente en mis primeros meses en Europa era que tenía demasiado tiempo libre. Antes trabajaba intensamente en una empresa de salud donde ocupaba un cargo de mucha responsabilidad. Salía de mi casa a las seis de la mañana y regresaba completamente agotada alrededor de las ocho de la noche. En mi nueva vida era mi esposo el que salía y yo me quedaba sola en casa como una ostra.
Al comienzo me dediqué a arreglar y redecorar los espacios de mi nuevo hogar, colocándoles pequeños toques personales que me hicieron sentir más cómoda y animada, pero eso me tomó apenas un corto tiempo. Te recomiendo que hagas lo mismo. No tienes que cambiar los muebles ni nada de eso. Bastará con que organices un rincón panameño en tu nueva casa, con fotos de tu país y de tu familia y con figuras o decoraciones representativas. Te aseguro que cada vez que la sensación de soledad te invada y te sientes allí, la nostalgia saldrá despavorida por la ventana.
También realicé el curso de automovilismo para poder validar mi licencia de conducción. En estos países, en especial cuando se vive en poblaciones medianas, las distancias son muy grandes y el mejor medio de trasporte es el automóvil, así que manos a la obra y a validar esa licencia y si no la tienes pues a tramitarla para que tengas la libertad de movilizarte sin depender del transporte público o de tu esposo.
Luego me interesé por la cocina y descubrí que, después de tantos años de alejamiento y rechazo, sí tenía talento para preparar manjares. He de confesar que mi esposo agradeció con creces, y todavía lo hace, el que yo le haya encontrado gusto a cocinar. No te estoy diciendo que te obligues a hacer lo mismo, solo que debes explorar y explotar los talentos que tienes escondidos.
Pero esa fiebre por la cocina también se fue agotando, y a la vez me empecé a volver cada vez más ágil en el arte de la culinaria. Para cuando esto sucedió ya me encontraba esperando a mi primer hijo y fui consciente de que era hora de dejar mis temores y dedicarme a aprender el idioma de mi marido, es decir el alemán, para dejar de comunicarnos en mi pésimo inglés. De lo contrario, cuando naciera nuestro hijo ya no tendría tiempo de estudiar. Así que me dediqué en cuerpo y alma a esa labor, con la ayuda de una profesora privada que se convirtió en una de mis mejores amigas. Ella me enseñó que la vida es maravillosa si uno la vuelve maravillosa, es decir, el mundo no tiene que adaptarse a ti, tú debes adaptarte a ese mundo y debes encontrar tu lugar en él y también qué hacer con tu tiempo libre.
También empecé a salir de casa y a conocer a otras mujeres latinas en estado de embarazo que realizaban un curso de estimulación. Así que si me pides una recomendación para lidiar con la tristeza yo te digo: organiza tu tiempo, sal de la casa. Mientras tu hijo y las hijas de tu esposo están en la escuela, puedes hacer un montón de actividades, puedes tomar cursos para aprender el idioma local además de otros cursos de algo que te llame la atención como la pintura, la escultura, jardinería o la cocina. En todas partes existen organizaciones sociales o religiosas en donde te puedes vincular para hacer una vida social más amena.
Los últimos meses de embarazo me dediqué, además de estudiar, a leer todo lo más que pude sobre maternidad, estimulación y el primer año de vida de los bebés. También redecoré una de las habitaciones para la llegada de ese primer tesoro a nuestras vidas y luego, cuando este llegó, ya no me quedó mucho tiempo para sentirme sola o alejada del mundo. En poco tiempo conocí otras mamás con bebés pequeños y poco a poco empecé a hacer un círculo social y mi agenda se fue llenando de citas.
Yo no tenía permiso de trabajo, por eso no me planteé trabajar durante mi primer año de estadía en Europa, pero tan pronto lo obtuve busqué empleo como profesora de español, y luego validé mi título con el fin de trabajar como sicóloga para hispanoparlantes. Claro que eso fue después de que mi hijo ingresó a la guardería. Seguro que tú también encontrarás un trabajo en el que te sientas feliz. Dale tiempo al tiempo y no pierdas la esperanza.
Mantén una actitud positiva y dialoga sinceramente con tu esposo de lo que te está sucediendo. Los problemas emocionales es mejor hablarlos a tiempo, o de lo contrario la frustración puede ir llenando espacios vitales que podrán dañar tu relación de pareja. Tu esposo debe ser, además de tu compañero, tu mejor amigo en tu nueva vida. Debes explicarle con detalle tu manera de pensar para que él pueda entender mejor tus reacciones y tu forma de ver la vida.
Creo que el principal problema por el que estás atravesando, más que la tristeza, es la soledad y es ella la desencadenante de tu bajo estado de ánimo. De allí mi insistencia en que ocupes tu mente, que salgas y te relaciones con diferentes personas. De pronto hasta consigues entablar buenas amistades. De esa manera la soledad dejará de llenar tus espacios y la tristeza desaparecerá.
Finalmente, escribe en una agenda, o lleva un diario. Eso te ayudará a exteriorizar los temores y te servirá para visualizar mejor tus problemas, incluso esa actividad calma los ánimos y relaja el espíritu. Cómprate un libro de auto ayuda y aplica sus concejos a tu vida.
Te deseo la mejor.