10 Ventajas de ser migrante
Ser un migrante implica llevar a cuestas un título muy importante, algo así como un “Honoris causa”. La mayoría de científicos y personajes importantes de la vida política y social reciben este título luego de realizar grandes hazañas que los destacan dentro de sus ámbitos profesionales, y este título es otorgado por una universidad que da fé de esos hechos.
En el caso de nosotros, los migrantes, el título es otorgado por la universidad de la vida y es un honor que nos hemos ganados con sudor y lágrimas, por el sacrificio que implica cambiar nuestro estilo de vida y alejarnos de nuestros seres queridos y de nuestra patria a cambio de conocer otras culturas, otras personas y otros paisajes ajenos a nuestros apegos.
Una de las principales hazañas, y por la que nos merecemos ese título honorífico, es que somos constructores directos de un mundo nuevo y mejor, donde la tolerancia es la mediadora entre las relaciones de las personas.
Acabo de llegar de una cita médica y allí, mientras pasaban los minutos interminables en la sala de espera escuchando una música de piano que casi me produjo una somnolencia, decidí quemar el tiempo y combatir el aburrimiento leyendo algún artículo interesante que pudiera encontrar en una de las revistas depositadas a un lado de mi silla.
Primero miré una de farándula donde me recreé un rato observando los esculpidos cuerpos de modelos. Hombres y mujeres que nos muestran un ideal de cuerpo imposible de alcanzar por personas normales como yo, vestidos con lujosas prendas poco prácticas que sinceramente no sé quién podrá comprar.
Luego ojeé una revista de deportes, pero aparte del fútbol no había nada más interesante para mí. Después observé con ojos golosos una revista con recetas de cocina, pero mi estómago empezó a emitir quejidos sonoros que me hicieron sonrojar, así que la abandoné antes de que el hambre me hiciera salir corriendo de la sala de espera.
Finalmente, encontré una revista de economía que hubiera desechado al instante de no ser porque en su portada había un título interesante que me llamó la atención de inmediato: “Aspectos positivos de la migración”.
Con ojos de niña hambrienta busqué rápidamente la página que contenía el artículo y lo devoré en pocos minutos. Pero todas esas palabras, en lugar de saciar mi hambre de conocimientos, lo que me originaron fue una indigestión y desasosiego. Para ese autor, seguramente un economista muy importante y de quien me reservo el nombre, nosotros los migrantes somos un producto generador de ingresos para los países que nos reciben y, por lo tanto, potenciadores de progreso y desarrollo a nivel industrial y económico.
Creo que la sensación fue la misma que se sentí el día anterior cuando asistí a un festival de golosinas donde comí tortas y dulces sin pensar en las consecuencias que esto me podría traer. No he de negar que me sentí muy feliz al leer mi posición de migrante desde el punto de vista de la economía. A continuación, y en pocas palabras trataré de resumir el artículo: los migrantes contribuimos decisivamente al crecimiento del Producto Interior Bruto de nuestros países de acogida. Hemos permitido una sustancial acumulación de capital humano y físico, construimos tejido empresarial y equilibramos las cuentas públicas. Además, hemos contribuido directamente a la incorporación de la mujer a la fuerza laboral, hemos rejuvenecido la población en países industrializados que estaban envejeciendo rápidamente y, finalmente, hemos contribuido al desarrollo de países poco desarrollados con las encomiendas monetarias que enviamos a nuestros familiares.
Si lo miramos desde el punto de vista económico, somos unos verdaderos tesoros, tanto para nuestro país de acogida, como para nuestro país de origen, y para la sociedad en general. Pero yo no soy economista y de ahí la sensación de indigestión que me produjo esa información.
Para mí los seres humanos no somos números azules y rojos, somos seres con sentimientos, con emociones y con necesidades. No he de negar que me alegró muchísimo saber que con nuestro sacrificio como migrantes estamos contribuyendo día a día a construir un mundo mejor. Sin embargo, desde ese momento una pregunta se clavó en mi cabeza: ¿Qué ventajas representa para una persona el ser un migrante? No desde el punto de vista económico, sino
desde el punto de vista personal.
Al llegar a mi casa, luego de visitar la farmacia, me sumergí en Internet con el ánimo de encontrar respuesta a esa pregunta y de esa manera dar remedio a la indigestión intelectual que me había producido el artículo, pero no encontré nada concreto que respondiera a mis inquietudes, así que acudí a mis mejores fuentes de inspiración: mis pacientes, amigos y familiares migrantes. Los resultados han sido asombrosos y los he resumido en diez ventajas:
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- Oportunidad de conocer y aprender de otras culturas. Cuando vivimos toda la vida en un solo lugar nos perdemos de la maravillosa experiencia que implica el ver el mundo desde otras perspectivas, de manera que tendemos a idealizar esas lejanas tierras a través de las imágenes que observamos en las películas y series de televisión. Pero cuando nos convertimos en migrantes, somos esencia viva de esas películas y podemos sumergirnos en la magia de conocer culturas distintas y hacer parte de ellas.
- Oportunidad de Aprender nuevos idiomas. En la mayoría de los países se enseña un segundo idioma en la escuela, pero infortunadamente en algunos esa educación es deficiente y al momento de enfrentarnos al mundo real el idioma aprendido no ha alcanzado el nivel esperado. La ventaja de ser un migrante es que, si vivimos en un país de habla distinta, la adquisición del idioma de ese país es sumamente rápido y sencillo. Las conexiones neuronales apropiadas para la adquisición de un idioma nuevo se establecen, por lo que aprender luego un tercer idioma es mucho más fácil que con el segundo.
- Oportunidad de descubrir nuevos sabores. Uno de los mayores placeres en la vida es comer, de allí la importancia de la gastronomía a nivel mundial. Ser migrantes nos permite disfrutar de sabores exóticos a nuestro paladar de primera mano. Lo digo por experiencia. La pizza en Italia es muy diferente a la de Estados Unidos, o el arroz chino es muy diferente en Shanghái del que sirven en Hamburgo. Probar alimentos extraños como las ancas de rana o los caracoles rellenos, que en Francia llaman Escargot, es un placer que solo se pueden llevar a cabo si se tiene el privilegio de viajar a los países donde se cocinan estos productos y en eso los migrantes somos unos verdaderos afortunados. Algunos podrán decir que esos productos ya se pueden consumir en otros países, ya que casi en todas partes existen restaurantes de comida internacional, y en eso tienen razón, cosa que hay que agradecer a nosotros, los migrantes, ya que al momento de mudarnos llevamos con nosotros nuestra cocina tradicional y la presentamos al mundo.
- Oportunidad de desarrollar nuevos talentos y habilidades que no pensábamos que teníamos. Todos tenemos un inmenso potencial dentro de nosotros, pero infortunadamente esas capacidades solo emergen en la mayoría de las personas cuando se presenta una época de crisis. Como la migración genera una crisis, nuestro cerebro trabaja ampliamente en sacar a la luz esas capacidades que desconocíamos hasta antes de realizar nuestro viaje migratorio.Para explicarlo en palabras más sencillas: los migrantes ante la necesidad de adaptarnos a un medio distinto al que conocíamos, empezamos a aprovechar nuestras capacidades creativas y artísticas en sus máximos niveles, como las manualidades o la pintura. Algunos otros encuentran una muy buena salida aprovechando sus cualidades culinarias. Conozco a un ingeniero industrial que es ahora un gran chef de cocina en Inglaterra.Los mejores traductores del mundo son migrantes y también hay otros que han sabido explotar sus habilidades deportivas. Son muchos los casos de personas que han aprovechado sus potenciales al máximo en el distanciamiento de su hogar. Grandes canciones han sido compuestas en la soledad del extranjero, incluso maestros de la literatura como Gabriel García Márquez han escrito muchas de sus obras maestras en una habitación pequeña en un país extraño. Yo misma creo que no hubiera explorado mis capacidades literarias, si no me encontrara en esta situación de migrante que ha transformado por completo mi vida.
- Oportunidad de crecer interiormente. Así como en el numeral anterior hablaba de desarrollar habilidades físicas e intelectuales, aquí voy a hablar de habilidades de crecimiento espiritual y filosófico, pues el ser humano tiene la hermosa capacidad de crecer interiormente con cada experiencia. Se crece en Autoestima, en seguridad y en sabiduría, a mayores experiencias, tanto negativas como positivas, mayor crecimiento interior. Ser migrantes despierta en nosotros habilidades sociales que nos ayudan a ser felices y a generar felicidad a nuestro alrededor, valorando cosas que anteriormente parecían no tener importancia. Por ejemplo: desarrollamos una increíble habilidad de adaptación al cambio, generamos en nuestro interior respeto por las diferencias con los demás al tomar conciencia de que el mundo no se adapta a nuestras necesidades, sino que somos nosotros los que debemos acoplarnos al mundo. Las vivencias por las que pasamos en nuestro proceso migratorio nos generan un alto sentido de sobrevivencia, una buena autoestima y aprendemos a ser prácticos y poco conflictivos, además de convertirnos en personas más humildes y capaces de dejar el ego a un lado, alejando de nuestras vidas ese “yo controlador” y permitiéndonos fluir de acuerdo con el entorno.
- Oportunidad financiera. Es cierto que en el extranjero la vida en muchos aspectos es dura, y conseguir trabajo no es tan fácil como puede parecer en un principio. Pero si logramos encontrar nuestro puesto en la sociedad de acogida será muy probable que logremos surgir y progresar en ella, y eso nos genera la posibilidad de crecer económicamente, ahorrando en una moneda extranjera que en muchos casos tiene un poder adquisitivo superior a la moneda de nuestro lugar de origen. También hay muchos migrantes que en su búsqueda de adaptación consiguen forjar empresas que traen progreso para ellos y sus familias. Además, nosotros los migrantes somos potenciadores del intercambio de productos entre un país y otro, lo que ayuda al crecimiento comercial.
- Oportunidad de formar hijos con una perspectiva diferente. Ejercer la paternidad y la maternidad en el extranjero implica un gran esfuerzo emocional, pues no es lo mismo estar solos en un país lejano a estar rodeados de familiares que ofrecen apoyo moral y económico. Pero precisamente esa deficiencia de entorno social da lugar a una gran fortaleza, pues trasmitimos a nuestros hijos ese empuje que nos motiva cada día a salir adelante. Ellos aprenden dos culturas a la vez y están mejor capacitados que nosotros para adaptarse a los cambios, por lo que nuestros hijos crecen con mejores perspectivas de vida que las que teníamos cuando éramos niños.
- Ser parte del cambio de cultura del país de origen con ideas nuevas y rompiendo costumbres negativas para la sociedad. Los cambios sociales en cada país generalmente se dan a cuentagotas y en ese crecimiento hacia la búsqueda de un bien común y de carácter positivo los migrantes jugamos un papel importante, pues con las experiencias que tenemos no solo transformamos nuestras vidas, sino que también enriquecemos las de nuestros familiares y amigos que permanecen en nuestro país de origen y sobre quienes, a través de nuestras interacciones, logramos poco a poco contagiar de esa experiencia positiva que nos han enriquecido interiormente. Es una abrir la mente y el generar una sana curiosidad por conocer culturas nuevas y sus costumbres, en cierta medida nos convertimos en trasmisores de cambios culturales, lo que trae como resultado progreso para la sociedad. Ya sé que suena un poco idealista, pero cada migrante es como una gota de agua, y sabemos que para que una gota de agua pueda romper el mármol más fuerte solo requiere de tiempo.
- Oportunidad de ser embajadores del país de origen. Es un orgullo ser migrantes y a la vez embajadores de las cosas buenas y positivas de nuestra cultura. La mayoría de las ideas que las personas del país que nos acoge tienen de nuestro país de origen está basada en informaciones que sacan de los noticieros, pero infortunadamente esa imagen está casi siempre relativizada por las malas actuaciones de unos pocos individuos. De ahí esa gran importancia de sentirnos orgullosos. Nosotros somos un puente entre una cultura y otra, y con esa imagen positiva que proyectamos promovemos el turismo entre ambos países.
- Amar, apreciar y valorar las cosas sencillas y la belleza del país de origen. “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde” dice un refrán, y es muy cierto. No somos conscientes de lo hermoso e inigualable que es nuestro país de origen hasta que hemos salido de él y lo apreciamos desde la distancia. La ventaja de ser migrante es que no hemos perdido nada: solo nos hemos alejado y cuando regresamos disfrutamos con mayor plenitud esas pequeñas y grandes cosas de nuestra naturaleza que la hacen inigualable.
Luego de estas cortas conclusiones creo que por fin mi indigestión emocional ha pasado y ahora mismo puedo sentarme en la sala de mi casa a disfrutar de un delicioso café de mi país y a sumergirme en el orgullo que siento de ser lo que soy, porque ser migrante no es un estigma, sino un título que llevaré siempre en mi pecho con gran orgullo.