Los matrimonios mixtos
Mi tema de trabajo es la migración y sus implicaciones psicológicas en la vida de los individuos, pero a mi consulta llegó una pareja binacional o como se le llama comúnmente una pareja mixta, que necesitaba de una orientación, no solo en el tema de la migración sino también en lo que tenía que ver con la relación de pareja.
Así que me di en la tarea de reunir la mayor información que pudiera sobre del amor y la construcción de relaciones afectuosas firmes y positivas. Consulté a colegas expertos y busqué en mis textos preferidos de psicología de familia. Mi mayor interés era encontrar información valiosa sobre familias mixtas y las implicaciones psicológicas de la migración en la relación de pareja, pero con sorpresa descubrí que la literatura sobre este tema es escasa, pero lo poco que encontré terminó siendo una ayuda muy valiosa para mí y para la pareja que necesitaba de mi orientación.
Sin embargo, dentro de esa búsqueda me encontré con un escrito fascinante de Nelly Rojas, autora del libro Ser amigos para ser amantes, y de la psicóloga y terapeuta de familia Annie de Acevedo, en el que realizan una descripción a profundidad de las cinco etapas por las que atraviesa un matrimonio.
Hoy, basándome en esas cinco etapas expuestas por estas expertas y tomando en cuenta los apuntes que he reunido durante mis años de trabajo con migrantes, junto con mis propias experiencias como integrante de un matrimonio mixto, he decidido presentarles las cinco etapas del matrimonio, pero desde el punto de vista de una unión mixta, agregándole algunas pautas que podrían ayudar a las parejas binacionales a establecer una convivencia positiva y limando rápidamente las diferencias culturales que ello implica.
Las etapas del matrimonio
1. Etapa de transición y adaptación: Esta es la primera etapa del matrimonio y es la llamada luna de miel o matrimonio sin hijos. Aquí se vive la primera gran crisis de adaptación de los estilos de vida. Es una etapa de negociación, la pareja establece sus roles de convivencia: quien se hace cargo de qué, si los trabajos del hogar se van a llevar a cabo de forma compartida o si el trabajo recaerá sobre uno solo. En esta etapa la pareja se establece en un país que será el de residencia, lo que implica que uno de los dos debe pasar por el duelo del migrante para lo cual requiere de todo el apoyo y la comprensión de su pareja. La comunicación es definitivamente la mejor herramienta que se debe utilizar, esta debe ser abierta y asertiva. Luego vienen los acuerdos culturales, en los que la pareja debe escoger un solo idioma de comunicación sin que ello implique el que uno de los dos deba renunciar a su idioma materno, todo lo contrario, es muy aconsejable que los dos hablen los dos idiomas. Sin embargo, al momento de presentarse una discusión o problema es mejor que ya se tenga un solo idioma establecido que permita una comunicación clara y concisa por ambas partes. En esta etapa vienen los acuerdos laborales y de finanzas familiares, es muy importante que se establezcan reglas claras sobre los gastos y los aportes de cada uno al hogar. Y finalmente, se debe potencializar un gran respeto por los roles culturales de cada uno, pues existen costumbres o ritos que se pueden dar en una cultura y en otra no, pero si se aprende a verlos como parte integral del cónyuge, eso dará claridad a la relación de pareja. Esta primera etapa se puede resumir en diálogo, negociación y respeto por la cultura del otro.
2. Etapa del establecimiento y llegada de los hijos: En los hogares no mixtos esta etapa solo implica el cambio de roles para asumir el papel de padre o madre y los ajustes de la pareja a la aceptación de un tercero en la relación, pero en los hogares mixtos implica una lucha interna por aplicar las costumbres y los ritos de su propio país en la educación y desarrollo de los hijos. Esta etapa debe ser manejada con más razón que sentimiento, lo que significa que las negociaciones a establecerse deben darse más desde el campo práctico que desde el campo mitológico. Por ejemplo, en algunas culturas es mal visto abrir orificios en las orejas de las niñas al nacer, mientras que en otras eso hace parte esencial de su identificación como futura mujer. Si antes del nacimiento no se han establecido en la pareja reglas claras sobre estos aspectos culturales, la apertura o no de unos orificios en las orejas de la bebé se convertirá en una batalla campal de culturas encontradas. Un buen camino que seguir es el dialogo en la pareja dejando atrás la influencia de familiares y amigos que muy seguramente solo ahondarán en la problemática cultural. Los hijos nacidos de un hogar mixto serán hijos mixtos, con una cultura mixta, de manera que no se puede pretender por ninguna de las dos partes que los hijos asuman únicamente un rol cultural desconociendo el de la pareja. De nuevo el respeto juega un papel fundamental en esta etapa del matrimonio.
3. Etapa de transformación o periodo de reflexión y renovación: superada la etapa de crianza de los hijos viene la etapa de los hijos adolescentes y la reorganización de los roles como padres de individuos en proceso de independencia. Aquí debe haber un gran respeto por la autoridad de los dos, pues los hijos tienden a manipular para lograr sus objetivos de libertad. Las decisiones deben ser tomadas conjuntamente, reforzando la confianza en los hijos y sus decisiones
autónomas. Aquí también juega un rol muy importante la cultura, pues para algunos países la sexualidad de los hijos es algo que implica un diálogo claro y explicito, mientras que para otras culturas la sexualidad es un tema tabú y de difícil asimilación. En este caso, al igual que en la etapa anterior, es muy importante el diálogo y el establecimiento de acuerdos para el bien de los hijos y su estabilidad psicológica. Esta etapa requiere una gran dosis de creatividad por parte de la pareja para no caer en la rutina que es la principal enemiga de una relación de pareja, hacer planes para pasar tiempo a solas sin los hijos es una buena estrategia para evitarla.
4. Etapa de estabilización: también conocida como etapa del nido vacío. Tanto las parejas mixtas como las que no lo son deben pasar por esta etapa de transformación de roles, donde el núcleo central de la relación ya no son los hijos sino la pareja como tal. En este sentido, la única diferencia de las parejas mixtas con las que no lo son es el tema de la inminente pensión o retiro laboral, lo que lleva a muchas parejas a plantearse la posibilidad de vivir el retiro laboral en el país de la otra persona. Es una decisión que debe ser muy bien medida, planteada y estudiada aplicando las estrategias de negociación que han posibilitado que el matrimonio llegue a esta etapa. Muchas parejas mixtas en esta etapa se plantean un retiro laboral combinado, lo que implica pasar la mitad del tiempo en un país y la otra mitad en otro país, pero todo depende de las capacidades económicas y sociales de cada pareja, e incluso del tipo de relación que se tenga con los miembros de las respectivas familias políticas.
5. Etapa del envejecer juntos, jubilación: Esta quinta etapa psicológica de un matrimonio es una culminación de una vida de acuerdos, apoyo y respeto, acompañada de mucho amor y paciencia. Es tal vez una de las etapas más hermosas de la convivencia. La pareja se conoce y se asume tal cual como es, los conflictos tienden a ser escasos y los esfuerzos se centran por lo general en los nietos y el disfrute pleno día a día.
La felicidad no es una meta, es un construir camino, es un dar, un compartir y luego saber recibir sin esperar y, sobre todo, es respetar al otro como a uno mismo. O como bien lo dice Nelly Rojas: “El amor necesita esfuerzos y renuncias, es un proceso de relación personal y vinculante en el que se aprende a querer a lo largo de la vida”.