La esencia de la vida
No soy ni me considero una filósofa, pero durante esta semana me he estado preguntando ¿Cuál es la esencia de la vida?
Esta pregunta que en un comienzo surgió como una manera de valorar la felicidad y, a la vez, infelicidad que me rodean, no se ha querido despegar de mi pensamiento en ningún momento. Traté de darle respuesta acudiendo al saber popular y me encontré con respuestas muy variadas: para algunos está en su trabajo, para otros en su familia, también los hay que la definen como la adquisición de dinero, reconocimiento, fama o poder y para unos pocos está en la entrega y la ayuda a los demás.
Un día, cuando me levanté y ví la claridad del día y la intensidad de los colores que se reflejaban por el obrar del sol sobre ellos, me planteé la posibilidad de que la esencia de la vida estuviera en el disfrute de la sensación de que pertenecemos a un universo que cumple sus ciclos con regularidad, pero esta posibilidad implicaba que la vida se convirtiera en una esencia de un algo que nos afecta desde el exterior y por lo tanto concluí que la esencia de la vida no proviene de ese sentir.
Otro día, al momento en que me dispuse a preparar los alimentos para el disfrute de una cena familiar, pensé que la esencia de la vida podría estar en los placeres del cuerpo, en el disfrute de nuestra esencia como humanos, pero si eso fuera así no podríamos comprender el sentir de los otros y eso nos haría seres egocéntricos y ya hemos visto lo que le ha pasado a la humanidad cuando se ha centrado únicamente en su egoísmo ignorando el sentir ajeno, por lo tanto esa tampoco podría ser, en mi concepto, la esencia de la vida.
En otro momento cuando estaba dejando a mis hijos en la escuela, me pregunté si la esencia de la vida estaría en la adquisición de conocimientos, y para poder responder ese interrogante me dediqué toda la mañana de ese día a investigar sobre el origen del pensamiento humano, lo que me condujo por caminos que tenía olvidados desde la edad escolar. Empecé a leer sobre las teorías expuestas por los tres más grandes filósofos del pensamiento griego: Sócrates, Platón y Aristóteles. No lo niego, la lectura superficial que hice sobre algunos de sus planteamientos me inspiró el alma y me generó aún más preguntas de las que tenía. Extasiada caí en los embrujos del desarrollo del pensamiento lógico, que es por definición la base del pensamiento occidental. Pero entonces recordé algunos planteamientos aportados a la psicología desde el pensamiento oriental, en especial lo referente a la psicoterapia junguiana, que implica una mezcla el desarrollo del conocimiento con la espiritualidad y que en algunas ocasiones choca de frente con el pensamiento lógico occidental, por lo tanto el conocimiento puede que haga parte de la esencia de la vida, pero no creo que sea la esencia en sí misma.
Casi al final de la semana me encontré con algunas amigas y durante ese momento disfruté al máximo de su compañía y de todas las conversaciones que entablamos sobre temas cotidianos, algunos profundos y otros no tanto. En ese momento me sentí muy viva y vibrante, fue como recibir una recarga de energía positiva en mi alma agobiada por temores y problemas familiares cotidianos. De ese momento de esparcimiento me vino la idea de que la esencia de la vida está en las interacciones sociales que entablamos tanto en la vida personal como en la social. Pero esos momentos de felicidad no pueden ser eternos pues las personas no siempre están en el mismo estado, y si yo me encontrara
con mis amigas todos los días la sensación de placer que logré experimentar cambiaría y en algún momento ya no sería placentero. Algo parecido a lo que experimentan las parejas cuando queman el amor con mucha rapidez y éste se transforma en posesión del otro, origen de la violencia intrafamiliar; por lo tanto, la esencia de la vida tampoco está en las relaciones sociales.
Hoy, recopilando cada uno de esos pensamientos por los que he atravesado en este corto tiempo y mirando a las personas que me rodean en mi vida cotidiana, creo que puedo decir que establecer una definición concreta de la esencia de la vida con palabras es un asunto muy complicado, pero que voy a tratar de explicar a continuación.
En primer lugar, es sentir que pertenecemos a un universo superior dentro del cual estamos influenciados, cuya responsabilidad es mutua: el universo me entrega lo que necesito, pero a cambio yo también debo aportar para mejorarlo, y de allí la responsabilidad que tengo de vivir con respeto a la naturaleza y de tratar de dejar a este mundo en un mejor estado al que lo encontré. Si me dedico a explotar los recursos sin valorar sus consecuencias, ese egoísmo producirá que las nuevas generaciones pasen necesidades impensables para la época en la que vivimos actualmente.
Pero la esencia de la vida es también un conocimiento interno de quien soy, de lo que deseo, de lo que disfruto y de lo que puedo aportar. La esencia de la vida consiste en aprender que la perfección no existe, por lo tanto, los errores y el aprendizaje que ellos nos dejan son la sal al menú de la vida; pero para combatir el remordimiento que produce en el alma la ruptura provocada por los errores existe el perdón, primero debo perdonarme a mí misma y luego el perdón hacia los demás que, como seres humanos, al igual que yo, cometen errores.
La esencia de la vida es adquirir conocimientos que me ayuden a ejercer una labor en la sociedad en la que habito, pero esos conocimientos no me hacen superior a nadie, esos conocimientos solo implican que he tenido acceso a oportunidades diferentes que me han llevado a adquirir conocimientos diferentes a los adquiridos por otras personas y de allí la belleza de la individualidad y la diferencia: si todos fuéramos iguales, pensáramos igual e hiciéramos lo mismo, el mundo sería verdaderamente aburrido.
También es aceptar que existen conocimientos distintos a los míos y el que yo no los pueda comprender no significa que sean conocimientos errados, simplemente son visiones del mundo que se salen de una realidad distinta a la mía, de allí que el respeto sea otra esencia importante de la vida.
La búsqueda de la felicidad por si sola no es la esencia de la vida, pero el compartir con generosidad y el sentir que se es feliz a pesar de los problemas y la complejidad de la vida eso si es parte de la esencia de la vida, pues la felicidad es volátil, es juguetona, es vanidosa, entre más se busque más se aleja, entre más se ignore más se acerca, si el foco de nuestro esfuerzo se centra en disfrutar del momento y hacer lo que consideramos correcto sin dañar a los demás, la felicidad se presenta como una energía potenciadora de momentos felices y una fuerza para afrontar el devenir cotidiano.
Y finalmente, está el amor, esa energía que nos trajo a la vida, porque nosotros llegamos a este mundo por el deseo del amor, por el deseo inconsciente de nuestros padres de complementarse a sí mismos y el amor es el que nos da la fuerza interior para seguir luchando, viviendo y sintiendo. En mi concepto, el amor es una energía que tiene diferentes manifestaciones: está el amor parental, el amor romántico, el amor familiar, el amor hacia los hijos, el amor a la naturaleza, el amor social, el amor político, el amor individual; pero el amor por sí mismo como esencia de la vida no se puede percibir, pues el amor solo se puede percibir a través de nuestras relaciones con los demás, a través de
nuestras interacciones y, sobre todo, a través de su ausencia. ¿En qué momento nos sentimos más vivos? cuando carecemos de alguna de sus manifestaciones, la falta de amor produce sufrimiento, infelicidad, soledad, desamor y odio en su máxima expresión de ausencia, y de allí los terribles problemas que enfrentan los seres humanos al momento de encontrar su esencia de la vida. A veces es más fácil sentir que estamos vivos si sentimos el sufrimiento o el dolor o el odio, pues el amor como energía creadora es mucho más difícil de sentir, pero si cerramos los ojos cada día y buscamos en nuestro interior, allí en lo profundo podremos sentir que el amor habita con una llama que no se extingue ni con la muerte, pues nuestros seres queridos y la naturaleza a la que hemos influenciado durante nuestra existencia nos recordará y allí viviremos para siempre.
Tal vez este texto no traiga tantas respuestas como en su título pareciera, pues es solo un debate mental y filosófico al que me he dedicado en estos momentos de mi vida. Para que las respuestas que he planteado tengan un verdadero sentido cada uno debe plantearse desde su propio criterio una posición ante mi pregunta inicial, porque la esencia de la vida se define de forma individual.